El azote de la usura
Desde los años 80, los agiotistas internacionales viven un verdadero auge, pues a lo largo de estas décadas se ha impuesto una drástica rebaja global de los salarios, las empresas que eran patrimonio público se convirtieron en botín de la guerra mercantil, de cuya rapacidad no escapan ni siquiera la salud o la educación. Además, se han beneficiado de las reducciones de los tributos internos y aranceles, y los pocos controles estatales que se ejercían sobre sus andanadas han sido barridos de las legislaciones. Ninguna disposición impide que el gran capital se desplace a lo largo y ancho del mundo, se apropie de minas y factorías, campos de cultivo y medios de comunicación, transportes y bancos, manipule las monedas, engulla la Hacienda pública y esclavice a la mano de obra.
Las pensiones y cesantías en manos de los especuladores
La ley 100 de 1993, que vio la luz gracias al influjo perverso de Álvaro Uribe Vélez y sus socios, fue un duro golpe para el bienestar de millones de compatrio-tas, pues ya la Seguridad Social no sería potestad del Estado sino que quedaría a merced de los mercaderes que se dedicaron a transar en el casino bursátil la vida de los colombianos.
La "Revolución educativa" masifica una pobre enseñanza
La educación siempre ha sido planteada como un derecho de todos. Aparece junto a la salud y la vivienda digna como uno de los aspectos que pueden hacer posible que las diversas sociedades salgan de la pobreza y puedan desarrollarse a la par de esas otras, que llevan la delantera y son “competitivas”.
Denuncias - Florecer Nº 19
Esta sección acoge quejas y puntos de vista de los trabajadores y, salvo mínimas correcciones indispensables, publica el texto tal como lo recibe.
Carta de un trabajador de Papagayo
Yo José Edilberto López quiero comentarles, si me lo permiten, el por qué se hizo necesario el sindicato. Se hizo necesario como medida para frenar de cierto modo los despidos por recorte de personal porque ya somos muy pocos los que contamos con contrato directo. También, por una inconformidad con el manejo que se le ha dado al pacto colectivo ya que se maneja una negociación en la que sólo se legalizan firmas, pues los beneficios que se tienen con el pacto se negociaron unos años atrás, en las que yo he participado, y he visto como se ha perdido la participación y la opinión de los trabajadores, y no se crea ningún auxilio nuevo, tampoco se activa el sistema de las categorías y, para más desconcierto, con la última negociación no se logró ningún aumento, que es lo mínimo que todos los trabajadores estábamos esperando.